Al césar lo que es del césar

Nos gustaría hoy hablar acerca de algo que estamos viviendo como consecuencia de esta pandemia que nos asola.

Salimos todos los días a nuestras terrazas, ventanas o jardines para expresar nuestro agradecimiento y reconocimiento al personal sanitario que nos está curando y acompañando en la muerte en soledad de amigos y familiares.

Aplaudimos a las Fuerzas de Seguridad que siguen aportando, en su mayoría, orden y ayuda; reconocemos a tantas personas que se juegan su salud y las de sus familias manteniendo abiertos supermercados, farmacias, panaderías, centros sociales y un largo etcétera. Gracias a ellas podemos seguir comiendo, disponiendo de medicinas, atendiendo a los que están en riesgo de quedarse fuera de la sociedad y, también, endulzando nuestros desayunos con un croissant.

Después de hablar con la directora de gestión de personas de una cooperativa cercana, hoy nuestro aplauso irá dirigido a reconocer y a agradecer el esfuerzo, el valor y el buen hacer de un colectivo que, en demasiadas ocasiones pasa desapercibido (no para nosotros que son nuestro enlace con las organizaciones y empresas para las que trabajamos) y en algunas otras es el objetivo de numerosas críticas.

Nos referimos a las personas que desempeñan su labor en los departamentos de recursos humanos o de personal o de gestión de personas.

Son numerosas las empresas que se están viendo obligadas a presentar ERTES en tiempo record ante administraciones públicas colapsadas, infinitos los cálculos y recálculos de retribuciones, calendarios laborales, horas trabajadas, revisiones y adaptaciones de procedimientos de seguridad laboral y de riesgos, gestiones de bajas por enfermedad y un largo etcétera.

Todo ello como un añadido más al trabajo habitual, tedioso y minucioso, que más allá de la cuestión técnica afectan de manera muy importante a las personas.

De su trabajo depende que nuestra nómina llegue a fin de mes, que los complementos lleguen y alivien la soledad de nuestras cuentas corrientes o que podamos disfrutar de las protecciones y permisos que nos ofrece la legislación laboral.

Actúan como ventanillas de peticiones, reclamaciones y quejas con paciencia infinita.

Son guardianes y garantes de las normas que nos afectan, nos obligan y nos protegen puertas adentro de la organización.

Nos asesoran en múltiples trámites frente a la Seguridad Social, desempleo o derechos laborales.

Muchas veces, también, hacen de confesores y depositarias de esos secretos que todos tenemos en nuestros vidas familiares y personales y que afectan a nuestro trabajo. Hablamos de anticipos, certificados, permisos retribuidos, bajas, etc. muchas de ellas agravadas por esta enfermedad que no tiene fronteras.

Os reconocemos como héroes y heroínas por manteneros en vuestros puestos más allá del horario razonable tramitando expedientes, solicitudes y archivos, a veces a costa de la salud mental (pelear contra la informática agota). Todo ello para que millones de “otros” puedan disponer de lo necesario en su puesto de trabajo y a fin de mes llegue la ansiada nómina.

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