Conflictos

En nuestro día a día estamos inmersos en dinámicas que generan tensión y rompen la sana convivencia cotidiana. Cuando nos encontramos con un conflicto podemos reaccionar de diferentes maneras: competimos, nos acomodamos, huimos, negociamos o cooperamos. Cada persona tiene una manera de actuar diferente. Lo que sí es muy común es que estas situaciones generan en nosotros cierto estrés y solemos tener miedo a perder la relación con la otra persona, por eso es muy habitual que tendamos a callarnos para evitar una confrontación. No somos conscientes de todo lo que perdemos cuando actuamos de esta manera.

En los equipos de trabajo esta “mala práctica” está muy instalada

En los equipos de trabajo esta “mala práctica” está muy instalada y lo único que consigue es alimentar el resentimiento, perder oportunidades de mejora, genera desconfianzas, en definitiva, perdemos efectividad y nos alejamos de los objetivos establecidos

Te ofrecemos claves a tener en cuenta para afrontar estas situaciones cotidianas del día a día

Aquí te ofrecemos algunas claves a tener en cuenta para afrontar estas situaciones cotidianas del día a día:

  1. Detrás de estas situaciones de tensión y conflicto hay un callar, ¿qué es lo que has mantenido en silencio durante tanto tiempo? ¿qué has callado? ¿de qué no has hablado? ¿Qué te está impidiendo hablar de ello?
  2. ¿Estás en la emocionalidad correcta para afrontar y disolver esta situación?  No olvides que en la vida, para que la convivencia vuelva a instalarse, el mejor resultado es un ganar-ganar. Esta actitud conlleva unas emociones determinadas.
  3. Posiblemente requieras de un tiempo para parar y observar qué te está ocurriendo en esta situación, qué expectativas se están rompiendo, qué acuerdos no se están cumpliendo, qué explicaciones tienes sobre la situación y qué datos e información no tienes y la puedes obtener de la otra parte del “conflicto”.
  4. Necesitas diseñar una conversación con altos estándares, tanto en la manera de escuchar como de hablar, de mostrar tus opiniones y también estar abierto a escuchar todo aquello que crees saber pero que, en realidad, no sabes porque pertenece a la sabiduría de la otra parte. Es necesaria la empatía, ponerse en el lugar del otro para entender qué puede estar viviendo en esta misma situación y cómo lo está analizando. Mirarnos cara a cara y volver a reconocernos.
  5. Llegar a acuerdos que satisfagan ambas partes y diseñar nuevos protocolos de actuación que nos permitan disminuir la tensión creada y poder re-establecer la relación.
  6. Agradece la oportunidad de lo que habéis compartido. Posiblemente, si la conversación es sincera y profunda, se refuerza la relación y se fortalece el vínculo.

La confianza será uno de los indicadores que empezará de nuevo a restablecer su equilibrio y con ello se ganará en efectividad y buen hacer.

Deja un comentario