Qué es un equipo de alto desempeño

Nosotros lo conocimos hace años de la mano de uno de nuestros maestros, Rafael Echeverría, en quien nos inspiramos siempre que trabajamos con equipos directivos. Es autor de libros muy interesantes que profundizan sobre las competencias necesarias para crear un modelo de liderazgo que promueva este tipo de equipos.  

Cuando iniciamos el trabajo con una empresa, de las primeras tareas que solemos realizar es observar cómo es la dinámica de las reuniones del equipo, cuál es el orden del día, a qué le dedican su tiempo, qué tipo de conversaciones mantienen entre ellos, de qué hablan y qué callan, cómo toman las decisiones y cuál es la cohesión que existe entre sus miembros.

Un equipo no solo es la suma de sus personas, sino la suma de todas las capacidades y potencialidades de sus miembros.

Un equipo no sólo es la suma de sus personas, es mucho más que eso. Es la suma de todas las capacidades y potencialidades de sus miembros puestas al servicio de un propósito. En este caso, dos más dos es mucho más que cuatro. Dando un paso más, el rasgo que caracteriza a un equipo para que sea de alto desempeño es la conectividad entre las personas que configuran el mismo y este es el matiz que marca la diferencia entre una empresa de baja o de alta productividad.

La conectividad entre las personas de un equipo es el matiz que marca la diferencia entre una empresa de alta y baja productividad

La conectividad es la cualidad de un equipo que consiste en la capacidad que tienen sus miembros de mantener conversaciones de alto impacto, de tomar decisiones de manera efectiva, gestionar las tensiones del día a día de manera ágil, coordinar las operaciones internas y externas con impecabilidad y diseñar espacios emocionales.

Los líderes deben desarrollar competencias como la escucha o la gestión de emociones.

Las competencias que deben desarrollar los líderes que gestionan equipos de alto desempeño son las siguientes:

  • Escucha para entender en profundidad a todas las personas que configuran el equipo; para estar receptivos a las ideas y reflexiones de cada miembro. Una escucha que este abierta a nuevas propuestas y proyectos. Por otro lado, una capacidad de hablar, indagar y trasmitir ideas y pensamientos desde el máximo respeto, con valentía y seguridad que consiga atraer el interés y la escucha del equipo. En definitiva, un estilo de comunicación que genere vínculos entre los miembros y sea efectiva en cuanto a los resultados a alcanzar.
  • Gestión de las emociones para crear equipos de trabajo basados en la confianza, desde la positividad y fomentando un ambiente de trabajo ambicioso de cara a la consecución de resultados. Espacios de encuentro entre personas que puedan reconocerse más allá de buenos trabajadores, que se atrevan a mostrarse vulnerables y que sean capaces de acompañarse en el desarrollo profesional. Lugares dónde trabajar sea amigable y se promueva el autoliderazgo para luego liderar a otras personas. 

Estas competencias no las tienen todos los líderes, pero cada día tenemos más comprobado que nuestro cerebro es plástico y nos abre la oportunidad al aprendizaje.

¿Cuándo es la última vez que iniciaste un proceso de aprendizaje? Sólo hace falta un poco de coraje para entrar en territorios desconocidos y bastante humildad para abrirte a todo aquello que no sabes que no sabes.

La transformación y el cambio son resultados inmediatos de un buen proceso de aprendizaje.

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